junio 11, 2025

Niños entre peques

Los niños juegan, exploran, se mueven sin filtros y, a veces, no miden las consecuencias de sus acciones.
Pero lo que para ellos puede ser un juego o una gracia, para un perro —el peque— puede resultar incómodo, confuso o incluso amenazante.
Y cuando el perro responde (gruñido, salto, marcaje…), siempre acaba siendo “el malo” de la película.
🔴 Recordamos: si un niño hace daño a un perro, la responsabilidad nunca es del niño.
Es del adulto que debía estar presente para leer la situación, intervenir a tiempo y proteger a ambas partes.
Supervisar no es mirar desde lejos.
Supervisar es estar presente de verdad: interpretar lo que ocurre, anticiparse y actuar respetando las necesidades y emociones de ambos —niño y perro.
Eso implica:
Enseñar al niño cómo acercarse, cómo respetar el espacio del perro y qué conductas evitar.
Observar las señales del perro y ofrecer alternativas seguras, enriquecedoras y agradables para los dos.
Cuidar la convivencia de todo el núcleo familiar, incluidos los peques peludos, que no son ni un juguete ni un entretenimiento para el niño: son miembros de la familia.
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