Tolstoi pasó años encadenado, maltratado, viviendo en un infierno. Ahora, en su etapa final, ha encontrado algo que nunca había conocido: amor, respeto y una familia que le ha enseñado que no todos los humanos hacemos daño. 



Sé feliz, querido Tolstoi.
Cuánto tenemos que aprender los humanos de ti. 


